Las conversaciones nocturnas

Las conversaciones nocturnas cuento de Chiara Mancinelli ilustración de Daniela Calandra
Daniela Calandra

Cuando Maya dobla por la calle Wellington, su paso rápido se interrumpe bruscamente. No hay nadie, solo los árboles. El tranvía ya no serpentea arriba y abajo. Se respira humedad del parque y salinidad del mar. Desde lo alto, las farolas lanzan un cono de luz amarillenta que alumbra apenas, pero pone al descubierto la intensa humedad que volotea por la calle.

Wellington de noche goza de una calma espectral. Maya conoce la calle, pero no así, no de esta manera. Hunde las manos en los bolsillos del abrigo y sigue con su paso rápido. Mira de reojo a dos chicos que fuman un porro en un banco semihundidos en la oscuridad. El olor intenso ha sustituido aquello que ha sentido desde un principio, pero huele algo más, algo que no consigue entender que es.

De repente, escucha al animal y sobresalta por el ruido. A aquel mutismo humano se sobrepone un gruñido. Breve, pero alto y claro. Sigue otro. Y otro, más débil. Maya de pronto recuerda que al otro lado de Wellington está el zoo. “¿Hablas conmigo?”, piensa. Contesta el animal con otro gruñido.

Sonríe. Al día siguiente volverá, sin miedo, para seguir con la conversación.

Texto de Chiara Mancinelli

Ilustración de Daniela Calandra

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